Trashumancia en un reino de Taifas

 

Articulo publicado en el diario Jaen el Domingo 14 de diciembre de 2025



Nos encontramos a las puertas del invierno y, como cada año desde hace siglos, los trashumantes toman las veredas para desplazar sus rebaños hacia los pastos de invernada. Los que proceden de regiones más lejanas ya arribaron a nuestras tierras. Mientras las administraciones siguen decidiendo quién merece apoyo y quién no. Al igual que ocurre en otros sectores y con el resto de los españoles, los ganaderos no son tratados de igual manera en todo el territorio nacional. Ello depende del “reino de taifas”  (comunidad autónoma) en el que se encuentren y, dentro de él, del criterio que adopte la administración provincial correspondiente.

Hablemos de Jaén. El viernes 28 de noviembre de 2025, la Diputación Provincial aprobó subvenciones en concurrencia competitiva destinadas al fomento y apoyo al sector ganadero de la provincia. Bienvenidas sean, pero están llenas de incongruencias. La línea 4, relativa al apoyo a la ganadería trashumante, establece que serán beneficiarios los titulares de explotaciones ganaderas trashumantes cuya explotación de origen se encuentre en la provincia y que realicen un recorrido, tanto de ida como de vuelta, comprendido entre 60 y 250 kilómetros respectivamente.

Las ayudas pretenden sufragar parte de los costes de arrendamiento de pastos, así como los del traslado del ganado y su alimentación. La cuantía se incrementará en un 15 % si la producción ganadera pertenece a una IGP. Pese a ello, las ayudas actuales no reflejan adecuadamente el esfuerzo ni los beneficios aportados por estas ganaderías.

No obstante, la normativa equipara económicamente a quienes realizan la trashumancia a pie y a quienes la llevan a cabo mediante transporte en camión. Es de agradecer que la Diputación de Jaén tenga esta iniciativa; en otras provincias ni siquiera existe. La trashumancia es el movimiento de los ganados desde tierras donde ya no pueden alimentarse —tras agotarse las hierbas— hacia otras donde hay vegetación suficiente. El dinero que reciben los trashumantes no es una limosna: es el pago por servicios agroambientales. Mantienen las cañadas abiertas y libres de maleza, lo que reduce el riesgo de incendios; transportan semillas de un lugar a otro —un atajo de ovejas puede dispersar millones de semillas, que portan en su lana y heces, a lo largo del camino— y ofrecen un sinfín de beneficios más que no voy a enumerar. Otro tanto ocurre con el vacuno, el caprino y el equino. No debemos olvidar que las veredas ocupan 450.000 hectáreas de superficie y 125.000 kilómetros de longitud (ocho veces más que la red ferroviaria), y son los trashumantes quienes las mantienen vivas. Para aliviar las penalidades del traslado del ganado, la Diputación de Jaén ha acondicionado corrales y abrevaderos. Aunque están bien construidos, quien los diseñó no debía tener muchos conocimientos ganaderos. Las cañadas miden 75 metros de ancho y los cordeles 37,5. Vías  por las que también acceden los agricultores a las fincas limítrofes. ¿A quién se le ocurre dejar el acceso por el centro del corral cuando hay tanto espacio? Bastaba con colocarlo en un lateral. Esto genera dos problemas principales: la inquietud de los ganaderos por si alguien deja las puertas abiertas y las molestias al ganado cuando está descansando.

No entiendo cómo se distribuye el dinero asignado. Todos deberían cobrar según el trabajo realizado ―beneficio ambiental aportado―.Según esta disposición parece ser que los que recorren menos de 60 kilómetros no tienen pastos arrendados y por lo tanto no necesitan ayudas. Si recorres 50 kilómetros a pie con tu ganado no vas a recibir nada, aunque exista un trabajo real y unas necesidades reales. Sin embargo si cobrarás si subes el ganado a un camión y lo trasladas a 70 kilómetros de tu explotación. Resumiendo una suma de despropósitos y coletillas que nada tienen que ver con la verdadera trashumancia y los beneficios que esta aporta. Arreglar esto con tantos “reinos” sería complicado. Pero solucionarlo a nivel provincial sería sencillo. Quienes  van andando debería cobrar en función de los kilómetros realizados y animales trasladados y quienes trashuman en camión deberían recibir menos. Estos realizan una trashumancia descafeinada. Aportan menos beneficios y es más contaminante. No comprendo porque discriminan a los ganaderos que no crían cordero Segureño, ya que es la única IGP existente en Jaén.

Hay mucho postureo alrededor de la trashumancia: patrimonio cultural de la humanidad, fiestas de la trashumancia, conferencias, jornadas, cursos… pero no hay una apuesta estatal firme por ella; solo iniciativas aisladas de los diversos reinos de taifas. Para proteger la trashumancia, la de verdad, no la de escaparate, hay que empezar a proteger a los artífices de ella: los ganaderos que recorren los caminos a pie junto a sus animales. Ellos son los auténticos guardianes de este legado, no quienes solo hablan de ella. En definitiva, la falta de homogeneidad normativa y de una estrategia estatal clara sitúa a la trashumancia en una posición de vulnerabilidad. Protegerla implica reconocer y respaldar a quienes la practican de forma tradicional y sostenible.

                                             Antonio Rodriguez Rodriguez

 

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