El peligro del progreso.

 

 

Relanzar el consumo es sinónimo de aumentar la contaminación.

31 de diciembre de 2021, noche vieja. La covid-19 impide que, nuevamente, se reúnan las familias  para la cena de fin de año. La pandemia asola el mundo y las vacunas no son un seguro de vida. Reflexionando sobre la situación que nos acontece observo, que la religión y la ciencia coinciden en el resultado final: el hombre está destruyendo el planeta y este reacciona―explican los no creyentes―. Para los creyentes, Dios creó el mundo y no va a permitir que el hombre arrase su obra. Dos enfoques opuestos ideológicamente llegan a la misma conclusión: el mundo camina a su destrucción.  

Según el Génesis (1:26-28): Dios creó el mundo y el hombre. A este le otorgó poder para que gobernara, cultivara y cuidara el planeta (2:15), y le dio esta orden: «Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás.» (2:16-17). El ser humano no ha cultivado ni cuidado la obra de Dios y ha comido la fruta prohibida: contamina la tierra y los mares con su egoísmo, hace desaparecer las especies, el aire lo convierte en irrespirable… se aproxima al «ciertamente morirás».

Los científicos dicen que lo que hagamos ahora, repercutirá en el mundo a lo largo de milenios. El hombre ha acumulado tanto poder, que tiene en sus manos el futuro del planeta, pero este dominio se le está escapando y camina rápidamente a su propia extinción.  No ve más allá de su nariz. Vivimos en la sociedad de compre usted hoy y pague mañana, o lo que es lo mismo, disfrutemos el momento sin evaluar las consecuencias futuras.

Una epidemia se propagaría en horas; antes de que nos percatásemos de ello.

El mundo globalizado podría propagar epidemias en tan solo unas horas. Ejemplo de ello lo tenemos con el COVID-19. Un avión recorre el trayecto Madrid-Nueva York en unas 8 horas, y un vuelo directo Madrid Pekín tarda unas doce. Se ve claramente que un virus podría viajar desde Estados Unidos a China pasando por Madrid en menos de un día. Si tenemos en cuenta la dispersión de viajeros en los aeropuertos, en menos de 24 horas un virus estaría difundido por todo el mundo. O nos ponemos las pilas o en cualquier momento llegará nuestra extinción. Los intelectuales hablan de que antes o después ocurrirán nuevas epidemias. 

Si se extinguieran los insectos desaparecería la vida del planeta.

Como dice el refrán: «para muestra un botón»: La población de insectos desciende todos los años un 2%. La tercera parte de ellos están en peligro de extinción. A este ritmo en 100 años habrán desaparecido de la faz de la tierra. Algunos pensarán ¡Qué bien, un mundo sin moscas, mosquitos, garrapatas…! Si se extinguieran los insectos, igual sucedería con la vida en el globo terráqueo.

Foto: Juan Manuel Valero Rodríguez.

Los insectos son fundaménteles en la polinización.

¿Cuáles son las causas de este descenso? No hay una sola, son múltiples y todas provocadas por el hombre: cambio climático, pesticidas, contaminación lumínica, agricultura intensiva… Cuando oigo que denominan a las grandes extensiones de arbolado frutal como un bosque humanizado, no me cuadra. La palabra bosque y humanizado juntas es como querer mezclar agua y aceite. El vocablo humanizado, en este caso, significa sin vida. La aplicación de productos al arbolado, en primavera, mata nidos de aves y todo tipo de insectos. Puedes dar una vuelta por estos cultivos y ver cuantos nidos encuentras. Los herbicidas, al eliminar las hierbas, impiden que aves como las perdices o las totovías puedan esconder sus pollos de los depredadores; estando abocados a ser eliminados…

La caza controlada no es perjudicial para el medio ambiente; los herbicidas sí.

Allá por los años 60 del siglo pasado, cuando caían las primeras aguas de otoño y se calaba bien la tierra, los hormigueros cobraban una gran actividad. Aparecían elevado número de hormigas con alas, unas más grandes ―las hembras― y otras más pequeñas ―los machos―. En el pueblo hombres y niños las recogíamos en una lata o botella ―solo las hembras―. La captura había que hacerla antes de que comenzaran a volar. Si habían batido sus alas ya no servirían para la función a la que iban a ser destinadas. El motivo es que tras el vuelo las alas se caen. En cualquier lugar: olivar, siembras… los hormigueros eran abundantes. Hoy han disminuido mucho. ¿Cuál es el motivo? Te lo puedes imaginar: pesticidas, herbicidas…


Foto: Juan Manuel Valero Rodríguez.

Los herbicidas eliminan vegetación, fundamental para el desarrollo de los insectos y la alimentación y refugio de aves y pequeños mamíferos como: conejo, perdiz, liebre, totovía…

Tenía un cajón de madera donde volcaba las hormigas que iba capturando. En cualquier casa había recipientes de este tipo con miles de ellas. Dentro les colocaba alguna boñiga de vaca seca, papel de estraza y algo de paja. De vez en cuando les mojaba un poco el papel. El habitáculo lo colocaba a cierta distancia de la lumbre ―como se denomina por estas tierras al fuego― para que les diera algo de calor, no demasiado, o bien por las noches las aproximaba al brasero. De esta forma aguantaban vivas varios meses. Estos insectos los utilizaba para poner cepos ―mi padre los llamaba costillas― para los pajarillos. Las trampas había que colocarlas en pendiente para conseguir que el pájaro entrara por delante, pues si lo hacía por detrás tenía bastantes probabilidades de escapar. El cebo, en este caso la hormiga, va dispuesto en el centro de la costilla mediante un artilugio que la atrapa en el estrangulamiento, que divide el abdomen del tórax, pero sin presionarla ni dañarla, de hecho, se puede mover sin dificultad. El movimiento hace que el reflejo de las alas se vea a gran distancia, siendo un reclamo para el ave. Cuando el pájaro pica la hormiga, el cepo salta y le mata.

Hormigas. Foto: Juan Manuel Valero Rodríguez.

Se estiman en veintidós mil el número de especies. Es tal la cantidad de hormigas que hay el mundo que su biomasa supone más del 15 % de la totalidad de la que suman los animales de todo el planeta. El hombre las ha utilizado como alimento, agentes de control biológico, medicina, rituales… Son fuente de alimento de muchos seres vivos y airean los suelos. Algunas especies están en peligro de extinción.

Desde que comenzaban las aguas de otoño hasta mediados de febrero, se colocaban miles de cepos y perchas ―pequeños lazos hecho con pelos de la cola de los mulos o caballos― en los olivares. Se atrapaban decenas de miles de pájaros, en su mayoría insectívoros. Muchas personas hacían de esto su medio de vida y otras lo tenían como un complemento. Con siete años, cualquier niño sabía poner los cepos. En mi pueblo, los bares compraban los pájaros, que eran servidos después en raciones o como tapa. Considerados un manjar, tenían gran demanda. La gente de los grandes pueblos como Linares, Úbeda, Jaén… aprovechaba la temporada para consumirlos.  En jornadas interminables, en las paredes del pueblo, los propietarios de las tabernas desplumaban las pequeñas aves. Los niños no dudábamos en colaborar con ellos, pues eran pocas las diversiones que había en la población.

En aquellos años era una actividad legal. Los olivares estaban repletos de pájaros y siguieron plagados cuando se prohibieron las trampas. Las capturas aquí relatadas pueden parecer crueles y posiblemente lo sean, pero la población de aves se mantenía. Había abundancia. El mundo rural puede parecer inculto y duro pero está lleno de sabiduría. La colocación de los cepos comenzaba en el otoño y finalizaba a mediados de febrero, poco antes de que los animales comenzaran a anidar. Es decir, se cuidaba la regeneración o sea se “sembraba” para el año siguiente. Hoy se echan pesticidas y herbicidas en cualquier tiempo, sobre todo en primavera. Las aves apenas se encuentran en lo que llamamos bosques humanizados, y con las hormigas pasa otro tanto.

La contaminación acústica y lumínica ocasiona gran número de muertes.

Hay una contaminación de la que se habla poco y es la lumínica, que es la alteración de la oscuridad natural, y que causa un perjuicio en la salud de los seres vivos, a la vez que la energía para obtenerla produce gases de efecto invernadero. Me pregunto ¿es necesaria tanta iluminación? Muchas especies de animales son de hábitos nocturnos. Esto significa que buena parte de sus actividades: campeo, búsqueda de alimentos, desplazamientos migratorios, apareamiento, oviposición ―puesta de huevos―… la realizan en la oscuridad.

En los insectos el alumbrado exterior les provoca un hiperestímulo conocido con el nombre de «vuelo a la luz». Cuyas consecuencias son:

-          El efecto cautividad: la atracción que ejerce la luz hace que revoloteen constantemente hasta que mueren extenuados, quemados o depredados por murciélagos…

-          El efecto barrera: la luz los atrae impidiendo que se dispersen y colonicen otros hábitats y se reproduzcan.

-          El efecto aspirador: Son atraídos de sus hábitats naturales.

¿A dónde nos conduce esto? En el insecto en sí produce alteraciones en la visión, apareamiento, navegación, oviposición… que tienen a su vez repercusión en todo el planeta, pues no debemos olvidar que son uno de los primeros eslabones en la cadena alimentaria y al mismo tiempo polinizan plantas, reciclan nutrientes, mantienen los suelos…

En las aves diurnas la iluminación artificial hace que amplíen el tiempo de actividad. Esto lo saben muy bien los granjeros de gallinas. Estas, para mantener buenos niveles de producción, necesitan 14 horas de luz. En invierno, como los días no tienen esa cantidad de horas, les colocan luz artificial hasta completar las 14.

Algunas especies de murciélagos acuden a atrapar los insectos que son atraídos por la luz de las farolas. Estamos por tanto alterando sus hábitos de depredación.

Las tortugas, de noche, salen del mar y se dirigen a la playa donde escavan un agujero ―el nido― en el que depositan los huevos. Terminada la puesta lo tapan con el ánimo de proteger su descendencia. Llegado su tiempo las pequeñas tortugas nacen bajo la arena. Tras romper el cascarón esperan tranquilamente en el interior del nido hasta que el sol se oculta. Llegada la noche corren hacia el mar. La temperatura de incubación es lo que va a determinar el sexo de las tortugas. Los nidos más cálidos darán hembras y los más fríos machos. ¿Qué consecuencias tendrá para estos animales el cambio climático?

Todo este proceso se ve alterado por la luz artificial por varios motivos. Primero, las tortugas evitan anidar en espacios iluminados. Segundo, desorienta a las madres y a las crías perdiéndose y muriendo. Las tortugas se dirigen tierra adentro, hacia las zonas iluminadas, confundiéndolas con el horizonte. En un medio natural irían hacia el mar que es el lugar que más brilla. En las noches de luna llena no se suelen confundir. En esos momentos el reflejo de la luna en el agua produce un brillo intenso.

La melatonina ―hormona que se origina en la oscuridad― producida por casi todos los seres vivos, se altera. Esta hormona es fundamental en el control del ciclo del sueño.

En algunos lugares las luciérnagas han disminuido enormemente su población. Una de las causas es la contaminación lumínica. Si la luz artificial supera cierta intensidad, las luciérnagas dejan de brillar. En otros casos estas luces humanas pueden ser interpretadas por los machos como una gran hembra por la que son atraídos; despreciando a las luciérnagas hembras.

Otro tipo de contaminación es la acústica. Dos kilómetros en línea recta, desde donde tengo la vivienda del cortijo, hay un área de recreo del Ayuntamiento de Navas de San Juan. Situada en plena naturaleza, rodeada de montes dedicados a cotos de caza, dehesas de ganado y olivar. Cuando llega la primavera raro es el fin de semana, despedidas de soltero, fiestas… que no hay grupos de personas acampados. Semana Santa es una locura. Allí se congrega gran cantidad de gente. Pues bien, desde mi vivienda, que como digo, se encuentra a unos dos kilómetros en línea recta, oigo perfectamente la música. No sé cómo, quienes se encuentran allí, pueden aguantar ese volumen que es constante día y noche. ¿Qué pasa con los nidos? ¿Con los conejos que están criando? ¿Con la tranquilidad de los que habitamos el campo? Y con toda la fauna silvestre. De corregir esto no se preocupa nadie.


Perdiz. Foto: Juan Manuel Valero Rodríguez.

Anidan en el suelo. Su caza origina abundantes ingresos. Los adultos se alimentan principalmente de semillas y en menor proporción de insectos. Los pequeños, al contrario, basan su dieta en estos últimos. La hembra, llegado el momento de la puesta busca un lugar oculto: setos, matorrales, sembrados o hierbas altas… y deposita de 12 a 18 huevos en el nido realizado en el suelo. La madre es la que incuba los huevos y en ocasiones el macho colabora. Los perdigones en un periodo que no superara el mes están en condiciones de volar perfectamente, aunque desde que nacen siguen, caminando, a la madre. Sus amenazas son el cambio que ha sufrido la agricultura: suprimir las lindes, herbicida ―que al eliminar la hierba hacen difícil que los pequeños puedan ocultarse de sus depredadores―… 

A los urbanitas se les llena la boca de naturaleza, pero para la mayoría un día de campo es paella, vino, música y no moverse de al lado del fuego. Lo que hacen es trasladar la ciudad al campo. No se impregnan de él. 

Cuando en la naturaleza una especie es perjudicada, indirectamente estamos beneficiando a otra. Con lo cual estamos alterando los ecosistemas.

El diccionario de la Real Academia Española define: plaga es la aparición masiva y repentina de seres vivos de la misma especie que causan graves daños a poblaciones animales o vegetales, o abundancia de algo nocivo.

Según esta definición, se podría decir que el hombre es la mayor plaga que tiene el planeta. 

Los gobiernos no hacen nada y nosotros tampoco. Estamos dirigidos por una partida de inútiles que no toman medidas eficaces. Cada vez que les oigo decir que hay que relanzar el consumo se me remueven las tripas. Promover el consumo es igual a decir aumentemos la contaminación. Estamos llenando el planeta de basuras y algunos políticos se preocupan del lenguaje inclusivo ―todos, todas, todes; patria, matria…― y otras sandeces que no nos llevan a ninguna parte, en lugar de solucionar problemas reales como la obsolescencia programada.

Los fabricantes programan sus productos para que no funcionen.

La obsolescencia programada es fabricar un artículo para que pasado un tiempo, que previamente ha determinado el fabricante, no podamos utilizarlo y le compremos otro. El objetivo es el enriquecimiento de la empresa; no buscan la calidad de la mercancía. No tienen en cuenta el desembolso económico de los consumidores ni las repercusiones medio ambientales que suponen los residuos que generan.

Los procedimientos para conseguir estos fines son variados y se llevan a cabo en gran diversidad de productos. La lámpara incandescente fue la primera en ser sometida a la obsolescencia programada. Thomas Alva Edison, creó un prototipo que duraba 1500 horas. Debido al éxito, aparecieron varias compañías dedicadas a su fabricación. El objetivo era crear bombillas cuanto más duraderas mejor, pero tras aliarse las compañías acordaron una duración máxima de 1000 horas y penalizaban a los fabricantes que se saltaban la norma. 

En 1938 el nailon se presentó como una fibra prácticamente irrompible, pero como las medias de las mujeres eran casi indestructibles y nadie necesitaban reemplazarlas, se rediseñó el material para que fuera más frágil y así aumentar las ventas.

Otro tipo de obsolescencia, esta podríamos llamarla psicológica, aparece en los años 60, que es la publicidad y con ella los conceptos: moda, moderno, vanguardista, novedad, marca… con lo que se desechan productos que siguen siendo útiles pero que han pasado de moda; utilizarlos es de catetos. Hace muchos años, no recuerdo quien, dio la definición de moda más ajustada a la realidad, desde mi punto de vista, que he oído: la moda es ir haciendo el ridículo por miedo a hacer el ridículo.

Los medios utilizados para alcanzar este objetivo y por tanto el enriquecimiento de unos pocos y el perjuicio de todos son diversos:

-          Programar los productos para que después de un número de utilizaciones dejen de funcionar. 

-          No encontrar en el mercado repuestos para la reparación o que la pieza sea demasiado cara y que sumado a la mano de obra haga inviable el arreglo. Es mejor comprar el mismo artículo para la misma función.

-          El caso de las compañías que venden semillas modificadas genéticamente, que son estériles tras la primera o segunda cosecha, hacen al agricultor dependiente de la empresa.

-          Con el software, el fabricante anima a los consumidores a renovar los programas informáticos porque no realizará actualizaciones. El usuario se siente obligado a adquirir el nuevo programa. Este puede leer las versiones anteriores, pero el antiguo no puede leer los archivos modernos. A veces el nuevo no aporta nada importante con respecto al anterior; solo es una forma de sacar dinero.

-          Reducir la fecha de caducidad de medicamentos, alimentos… para que se compren más; el cliente desecha productos que son perfectamente sanos. Usar conservantes de ciclo corto también tiene este fin.

        En los últimos años, la vida media de muchos electrodomésticos se ha reducido. Los productos están realizados para que duren poco y sigamos comprando y contaminando. La duración media de algunos productos es la siguiente:

-           Frigorífico 12 años

-           Microondas 9 años

-           Secadora, lavadora y lavavajillas 11 años

-           Smartphone 4 años

-           Plancha 6 años

Con esta práctica se produce gran cantidad de residuos, muchos altamente contaminantes; problema de una sociedad que promueve el consumo. Es frecuente oír a los gobiernos vendernos el aumento del consumo como la panacea. Este modelo de sociedad no es sostenible.


Polilla. Foto: Juan Manuel Valero Rodríguez.

El mundo de los insectos y su importancia es desconocido para el gran público. Aquí la variabilidad de formas y tamaños es inmensa.  Tomemos como ejemplos las polillas, de las que hay unas 200.000 especies, su tamaño va desde los 30 centímetros, que tiene la envergadura de las alas de la mariposa atlas (Attacus atlas), la polilla más grande del globo terráqueo, a los 2,6 milímetros de la polilla pigmea de la acedera (Johanssoniella acetosae), la más pequeña de la tierra.

Como todos los mundos, el de las polillas está lleno de curiosidades. La Attacus atlas nada más nacer comienza a parearse, pues solo vivirá unos 5 días; carece de cavidad bucal para alimentarse. Su único objetivo en la vida es criar. Se encuentra en los bosques tropicales y subtropicales de Asia sudoriental, siendo frecuentes en el archipiélago malayo. La polilla pigmea de la acedera la vamos a encontrar en toda Europa. Aunque pequeñas las micropolillas, en general, proporcionan alimento a gran número de animales: murciélagos, lagartijas, arañas, aves…


    Autor: Antonio Rodríguez Rodríguez / veterinario y ganadero.
    email: rodriguez0039@hotmail.com

Comentarios

  1. Amigo Antonio, me alegro por la decisión que has tomado de crear un blog y publicar en él lo que escribes y como bien dicen tus hijos, en vez de meterlo en un cajón, lo compartes. Ya verás con el tiempo que te alegrarás de haber tomado la decisión. Yo empecé con el mío en el 2015 y al 1 de enero de este año había subido 323 publicaciones y lo habían visitado ¡137.429! Quién me lo iba a decir. Le he dedicado muchas horas, pero en cambio me ha devuelto multitud de satisfacciones. Así que ánimo, y a seguir con él.

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  2. Hola Antonio, he aprendido muchas curiosidades sobre los seres vivos con esta entrada. Perdimos el apego a lo natural, a darle tiempo a las cosas, a respetar los procesos, a pararnos a mirar lo que estamos haciendo, en definitiva a pensar. Es el mundo del producto y de la inmediatez, de lo efímero, artificial y digital. Y uno piensa en cómo encaran los grandes mandatarios y las multinacionales los serios problemas que se nos presentan y se le hace un nudo en la garganta. Miremos adelante, a colonizar y comprar parcelas en la Luna, a planear una nueva "ruta de la seda polar" aprovechando el deshielo, o a buscar el pesticida más eficaz, aunque nos envenenemos sin consecuencias inmediatas. Aunque de igual manera tuvieron que sentirse en Roma hace 2.300 años cuando se construyó el primer acueducto y se modificaba el curso de las aguas del río, con seguramente severas consecuencias ambientales. Queda margen para la duda de mirar al progreso con cautela y esperanza.

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    1. Todos podemos hacer algo. Supongamos que una bolsa de plástico pesa un gramo, y que rechazamos una a la semana. Cada persona esta ahorrando 52 gramos de plástico al año. Si esto lo multiplicamos por 40 millones de personas que hay en España. Dejaríamos de contamina el planeta con: 52 semanas que tiene el año X 40.000.000 de habitantes = 2.080.000.000 gramos : 1000 = 2.080.000. Mas de dos millones de kilos de plástico ahorrados solo en España. UN GRANO NO HACE GRANERO PERO AYUDA AL COMPAÑERO

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Buenas noches desde México. Borré el comentario porque era muy extenso (nombrando los plásticos de los macrobotellones, festivales, fiestas varias).

      Creo que llevas mucha razón. Yo también he notado cambios a peor en la naturaleza desde mi infancia hasta hoy y eso que tengo 30 años menos que tú. Ni largatos tomando el Sol (con suerte alguna largartija) ni tritones en los riachuelos,
      las enormes bandadas de pájaros ahora son mucho más pequeñas, etc.

      El propio turismo, aquí ando en un hotel de cuatro estrellas que quitan las algas con retroexcavadoras para que los turistas podamos mojados el culo sin pisar las algas...

      Todos estamos metidos en el rodillo destructor de la naturaleza en mayor o menor medida. Y son tantas las cosas que se podrían y deberían cambiar...

      Por aportar ideas para ecológicas:

      Compro bolsas de basuras viodegrabales (en el Mercadona las hay).

      Uso el transporte público muy amenudo ( hay mucha gente del Condado que no sabe que sale desde la Carolina un autobús directo a Madrid que solo para 15 minutos para q se despeje el conductor, a parte del tren y directamente cogen el coche).

      Estoy sustituyendo en mi vestuario lo sintético por lo orgánico: corcho (cintos, gorras, mi mujer bolsos), cuero (zapatos, cartera, mochila), camisas de algodón, pantalones de lino, etc.

      Estaría muy bien recuperar los jerseys de lana que hacían mis abuelas con agujas de la longitudde sus antebrazos.

      He observado que nos están metiendo las hamburguesas
      Por todas partes y en cuanto veo chuletas de Cordero, o pierna de Cordero no dudó en pedirlo (cada vez es más difícil de encontrar).

      Creo que el consumidor en masa puede hacer cambiar la tendencia económica de cualquier país antes que cualquier partido político (en España los más ecologistas mira tu por donde también son animalistas, antitaurinos, vegetarianos y/o veganos muchos de ellos y creo que por eso los vota muy poca gente, se mezclan temas vaya, por ejemplo yo nunca los he votado, pero oye ahí están).

      Me está gustando mucho tu libro, me queda poco para acabarlo.

      Un abrazo y ánimo, a seguir removiendo conciencias.

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    2. Y perdón por las faltas gramaticales. Con el móvil se redacta peor que con ordenador.

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    3. todos con pequeños esfuerzos podemos hacer que el mundo marche un poco mejor. Me alegro de que el libro no te defraude. Gracias por el comentario

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