La dureza de la trashumancia.
27
de noviembre de 2022. Tras un verano muy caluroso, al que precedió una
primavera escasa en precipitaciones y continuó con un otoño seco, se aproxima
el invierno. Los árboles de hoja caduca permanecen vestidos. Las higueras
mantienen su verdor, impropio de la época del año en la que nos encontramos. No
parece que el otoño estuviera próximo a su fin. Durante el día uso ropa de
verano. A la puesta del sol refresca algo, pero nada que no se solucione
bajando las mangas de la camisa. ¡Es la fecha! Los trashumantes deben regresar
a Sierra Morena, aunque el tiempo sea extraño para encontrarnos a las puertas
del invierno.
La trashumancia de ganado bravo requiere buenos conocimientos de los terrenos. El personal, caballos y perros forman un equipo bien conjuntado. Los canes son fundamentales. Ahorran muchos pasos a vaqueros y caballos. Hoy he podido comprobar como estos alanos, cruzados con careas, hacían una labor encomiable. A la voz de Manolo, su dueño, evitaban la dispersión del ganado durante los breves minutos del desayuno; la siguiente parada: la cena. En los desplazamientos invernales los días son cortos; solo hay un pequeño descanso para tomar fuerzas. La cena es la comida mas fuerte. La dormida pasa rápido al estar partida por los turnos de guardia para evitar que los bovinos se dispersen.
Pinta
muy feo. No saben qué hacer. Miran al cielo. El obstáculo no es la falta de
comida. Que si lo es. El gran problema es la falta de agua para abrevar el
ganado. La mayoría de las fincas solo disponen del líquido que les cae de
arriba. No están acondicionadas para lo que auguran los científicos: las precipitaciones cada vez serán más
escasas. Los propietarios deben de realizar sondeos y construir pilares. Caso
contrario, no encontrarán quien les arrienden las tierras. En los pastos de
verano, regiones altas de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas, la nieve
les impide quedarse a los que no disponen de refugio para sus animales. Ganaderos
de otras latitudes: Guadalaviar (Teruel), Castril… También buscan el abrigo
invernal que les proporciona las estribaciones de Sierra Morena. Todos cargan
con la misma incertidumbre: la falta de agua
para beber. Los pastos de invierno ya están perdidos. Hay que echar de
comer. Seguirán mirando al cielo a ver si la primavera rompe lluviosa. El
pastor se pasa el día mirando el firmamento.
En el arreo del ganado no es fácil; requiere habilidad. Estas dos eralas se han quedado rezagadas en el monte. Los vaqueros, muy diestros, intuyen los lugares conflictivos. Su instinto, al igual que si de un depredador se tratara, les dicen donde puede estar el peligro. Saber trasmitido de padres a hijos que, si nadie lo remedia, pronto se extinguirá.
Si
no llueve, de aquí a reyes, el que tenga medios se quedara, el que no, se
arriesgara a bajar. A partir de esa fecha comienza la paridera y el camino ya
no es posible. Eso sí, pagará religiosamente los pastos de invierno. No quiere perder la finca, entre otras cosas, por los problemas burocráticos y la perdida
de la subvención de la PAC. Hogaño, si queda algo, será justo para comer en
casa: Los piensos por las nubes, el gasóleo ni te digo… Estas gentes duras,
como la tierra que pisan, dicen la frase del 23 de diciembre: por lo menos tenemos salud. Eso es lo
que les va a quedar esta temporada: salud.
Son el sector olvidado. Cuando se acuerdan de ellos, que más vale que no se
acuerden, pues siempre es para algo malo, sobre todo si el que habla es el
ministro Garzón. Los políticos animan al relevo generacional. Aunque con estas
incertidumbres que padre alienta a sus hijos a que lleven esta vida. ¿Lo harían
ellos? Lo que no quieras para ti, no se
lo desees a tu prójimo. Si le faltaba algo al año, la PAC, les obliga a
aumentar la carga ganadera, es decir, que tienen que tener más animales en la
misma tierra para cobrar igual. Mientras, los científicos dicen que hay que procurar
que el medio se regenere disminuyendo las cargas ganaderas. Contradicciones entre
políticos, que no tienen ni idea, y científicos que si la tienen ¡Un disparate!
Pero ¿Quién manda? Pregunta que ya respondió claramente en su día nuestro
actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ósea, los políticos, un cáncer
necesario si queremos vivir en democracia. Si alguien no lo remedia, la
trashumancia tiene los días contados. Tal como está hoy: sequía, precio de los
piensos, falta de condiciones mínimas en los invernaderos… no es viable
desplazar el ganado, pero tampoco es rentable quedarse. La solución es venderlo,
sobre todo las ovejas: mucho esfuerzo
para poca recompensa. Las pocas incorporaciones que se producen son en
cierto modo ficticias, sirven para darle a la explotación familiar un poco de
oxígeno: se incorpora el hijo, agarra el dinero de la administración, aguanta
los cinco años que le obliga la ley, y después “le pega fuego a la ganadería”.
Caballo acorde con los tiempos. Porta la alforjas típicas realizadas en piel y una pequeña para el móvil. La tecnología también ha llegado al campo. Es tradición en el mundo pastoril confeccionar en cuero. Si encuentras una persona con funda de móvil o navaja en piel curtida seguro que pertenece al mundo ganadero.
Si
la administración no apuesta en firme por la ganadería extensiva, en pocos años
quedará desmantelada. Cuando aparezca una crisis, que la habrá, nos acordaremos
de ella, pero ya no habrá pastores, vaqueros, ni profesionales que sepan
manejarla. Estas enseñanzas pasan de padres a hijos y cuando trascurra un
tiempo se habrá roto la cadena. Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando
truena. Y va a tronar gordo.
Autor: Antonio Rodríguez Rodríguez / veterinario / ganadero / pastor
Blog: https://vidapastoril.blogspot.com/
Hola. En todo, tienes más razón que un santo. Todo lo que escribes, está fenomenal. Yo sé los envío a una amiga, está encantada de que se lo envié.
ResponderEliminarMe encanta leer lo que escribes, porque mis antepasados eran esos que tú mencionas en todos tus capítulos.Ganaderia extensiva, trashumancia, vida en el campo etc.. y ya conmigo se pierde. Enhorabuena por tus escritos. Un abrazo
ResponderEliminar