Trashumando con los herederos de Antonio Fernández




Después de un rápido almuerzo hay que proseguir el camino. Los vaqueros toman los caballos a los que les han quitado el bocado y aflojado la cincha para que den unos mordiscos y se relajen. Las monturas las conservan, pues el tiempo va a ser breve.



 Los componentes del “caminar cíclico” son vaqueros, caballos, perros, bueyes y bravos.


 Comienza la recogida de los bovinos que también han aprovechado para tener un ratito de asueto, comer, descansar y dispersarse. Las voces de los conductores alertan de que las “vacaciones” han finalizado. Hay que reagruparse. El tintineo suave de los bueyes se acelera, las reses dejan de comer, levantan la cabeza y comienza la marcha en la dirección a los pastos de invierno. 

Las vacas veteranas y bueyes conocen la “vereda” de años pasados. Los bueyes son machos castrados, que si además están domados reciben el nombre de cabestros.  La raza elegida para esta función ha sido, preferentemente, a lo largo de los siglos, la berrenda en negro y la berrenda en colorado. El motivo de esta predilección se debe a su resistencia para aguantar largas caminatas y fácil adaptación a la doma.



Siempre hay algún animal que queda rezagado. Sobre todo es frecuente en las hembras con terneros. 


En este video los perros la acosan para que se una a la manada. La madre defiende la cría, pues ve a los perros como un depredador. La voz de los vaqueros modula la intensidad del hostigo. La madre, al conservar el contacto visual del grupo, rompe hacia él buscando su protección.  Los perros que se suelen utilizar por estas tierras para el vacuno son una mezcla entre carea y alano. Esta raza dota de fortaleza al carea.

Autor: Antonio Rodríguez Rodríguez / veterinario / ganadero / pastor

   Blog: https://vidapastoril.blogspot.com/ 

   email: rodriguez0039@hotmail.com


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